Aquella victoria sobre Crucero del Norte, el 9 de febrero pasado como local, alteró los objetivos que se había planteado Atlético a principios de campeonato. El año recién comenzaba y luego de una clasificación tan angustiosa como festejada en la primera fase de la Copa Argentina ante Gimnasia de Jujuy, y un triunfo frente a Douglas Haig, puso al partido contra los misioneros como una bisagra: "si lo ganamos, podemos pelear", fue el pensamiento que salió del vestuario. El equipo respondería con un sobrio 2-0 en una noche que los hinchas recuerdan como la última vez que al equipo de Ricardo Rodríguez se lo miró como un candidato (quedó a dos puntos del tercer puesto y a cinco de la cima). No es casualidad que aquella victoria haya sido la última en el Monumental en la B Nacional.
El jueves que viene se cumplirán tres meses de esa fecha que parece haber sucedido hace mucho más tiempo: 1) Juan Pablo Pereyra seguía en pleno proceso de recuperación de la lesión de su rodilla (luego de reaparecer se ganaría un lugar en el equipo titular). 2) El invicto general se mantenía vivo e iba por el decimoprimer partido (lo perdería un par de fechas más tarde ante Defensa). 3) El escenario del Clásico todavía era un tema de discusión; 4) hasta el clima que experimentaba Tucumán era diferente al de hoy. "La cuestión pasa por la cabeza. Desde los jugadores cuando se ponen la ropa hasta yo cuando me paro en la línea. Tenemos que mentalizarnos y ganar", dijo el técnico.
La máxima de aquel sábado había trepado hasta los 36° mientras que para el horario del partido de hoy se esperan unos tímidos 23°. Quizás el sol sea el mismo, pero está claro que la efervescencia de ese día no se volverá a vivir. El otoño ha llegado y todavía no ha caído ninguna victoria en casa en el torneo.
"La idea es poder hacernos fuertes de local. Se viene dando todo lo contrario pero no es algo que queremos", confiesa Diego Barrado.
Así como el invicto de visitante ya rompió la marca histórica del Atlético del 1986/87, la de local alcanzó la mitad del registro negativo que acopió el equipo de la temporada pasada: seis meses sin ganar en Tucumán.
Esa maldición la cortó este equipo en el primer duelo que tuvo en el Monumental en la temporada: un 3-0 que ilusionó a todos que esta sería una campaña diferente en casa, pero los números terminaron diciendo lo contrario.
Tres meses parecen abarcar más partidos que los que se jugaron: en total fueron cuatro pero la cosecha es mínima: un punto por un empate y tres derrotas, sumado a que todavía está pendiente el duelo suspendido ante Huracán, que debió jugarse hace 14 días. En el medio, el 3-1 ante San Martín desentona, pero fue por la Copa, justo donde el empate puede transformarse en triunfo gracias a los penales. Tampoco el empate deja secuelas, algo que no sucede en un torneo por puntos, donde las victorias como local son importantes en cualquier estación del año.